Metiendo la nariz en los mapas

Me pregunto cómo ocurrirán las cosas fuera ya de cualquier imaginación. Aunque tal vez no importa.

Existe porque lo siento no por materialización. He soñado que existáimos en sueños. Pero eso no puede explicarse, sólo se sueña.

Escucho a Mozart, él es feliz. Sin embargo prefiero a los barrocos puristas, que me predisponen a las emociones, próxima a los tormentos. Hay quién escribe con Mozart, yo respondo con Bach. Entre Bach y Gardel sólo queda el vacio de una tarde de otoño mal vivido. Parece que llevara siglos en el bosque, no, no lo parece, llevo siglos.

Escribo en la pantalla palabras, y reconozco en ellas a mis almas. Duermevela, esa es mi palabra.

Me gustaría ganarle una vida al tiempo. Y medirla siempre a través de los sentidos. En mis comportamientos se aprecia  nitidamente el inicio de la claudicación. Estoy pensando en la relajación, en el abandono. Hay un punto de inflexión en todo esto, abogo por empequeñecerme y llegar sólo a ser un punto.