Quilópteros

He tenido la sensatez de tener una estancia difícil. De batallar, guerrear y apedrear algunas guerras y demasiadas guerrillas, de verdad, de mentira. Las mías, las ajenas, las deteriorada mente injustas, salpicándome de sangre y limpiando la de algunos. Sólo han sido guerras al fin de la calle. La torpeza entusiasmada me sumergió entre los balazos y  tiroteos absurdos saliendo a pedazos pero entera. Por eso tube la suerte de no tener una estancia fácil. Patadas y destierros llenaron la copa de quilópteros dispuestos siempre a libar sangre. Que cabeza tan mal puesta y que mal beber para contar  batallas pudiendo comulgar que formo parte de la historia anónima de tanto acecho en el perfume de mierda que amasamos nuestro género. Y ese regusto presuntuoso de una estancia difícil.