Lo más cruel

Perderse a uno mismo no es tarea fácil o si, tal vez demasiado fácil. Sólo hay que enfermar y drogarse de químicos varios que terminan en una dependencia demoledora, un precio demasiado alto para no curarse de nada.
Pero la más terrible , la más infernal de las pérdidas es la de un hijo, en mi caso nadie ha muerto, ella está viva. Pero será aberrante lo mio, pero siento su perdida como si hubiera fallecido.
No quiere una madre como yo, no me dejan verla ni quiere verme ella....su padre, siempre su padre, vengándose de no se que cosa pues fue él quien me engaño y maltrató.
Ella no aguanta más mis dolores, mis horas de cama, mis colocones de pastillas ni mi estados de humor cambiante, sus catorce años le piden vida y yo no soy una madre viva, soy una mujer muerta hace años.
La familia de su padre, su nueva querida, un nuevo y primer novio de dudosa reputación, la arropan, le hacen todos los honores supliendo el amor y entrega que le di desde el día que nació y mi dura vida para criarla a solas.
No reprocho, sólo explico, me lo explico porque no lo acepto. Mi hija no quiere a una madre como yo.
Lo ha repetido durante estos días cientos de veces....la acoso intentando explicar lo que no quiere y se niega a escuchar, mientras, otros la mecen y le cantan cantos de sirenas.....
Y yo muero más y más porque sólo me espera guardar luto por su pérdida.