Eres tan cobarde que la palabra te hace huir.
Tan cobarde eres que intentas refugiarte en lo que llamas sencillo.
Eres tan y tan cobarde que envejeces hermitaño y huraño.
Cobarde, negando, sepultando y escondiendo, cosas de cobarde.
Sólo la necedad te hace más cobarde aún y confabulas valentia con tirania.
Escóndete en un agujero lleno de mentiras en forma de paredes con cuadros
prendidos de los sofocos de tu mala sencillez.
Y es que eres tan cobarde, que no podrías ser nada más.
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